3 JUAN (3)

“Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios” (3 Juan 11).
Lectura: 3 Juan 9-15.
Diótrefes:
Diótrefes ha dado un testimonio pésimo que pone en tela de juicio su conversión a Cristo. Juan no pronuncia ningún veredicto sobre este hombre, si es salvo, o no lo es, sino que cita un principio bíblico que tiene que ver con todos los casos parecidos: “El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios”. No importa si uno es el pastor de la iglesia o no, esta palabra es cierta. Se distingue entre los verdaderos y los falsos creyentes por su conducta. Dios no está en la vida de uno que dice palabras malignas (v. 10) y hace lo malo (v. 11). No importa si ha sido bautizado y es miembro de la iglesia o el presidente de la denominación: no conoce a Dios.
Los hay hoy día que se rebelan contra la autoridad apostólica, igual que en el siglo I. Cuando Pablo habla de la justificación por la fe, lo aceptan como palabra de Dios, pero cuando habla de la sumisión de la mujer, o de la homosexualidad, de los principios que gobiernan el matrimonio, la disciplina de los hijos, dicen que esta palabra no es para nosotros. Esto es un rechazo directo de la autoridad apostólica.
Demetrio:
Demetrio, como Gayo, es de buen testimonio. De él Juan dice que: Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero” (v. 12). Tanto los demás creyentes como los apóstoles dan testimonio de que este hermano es digno de ser recibido y respetado. Se ve que es el portador de la carta que Juan ha escrito. Es amigo de Juan; el apóstol quiere recomendarle a Gayo como buen creyente de testimonio excelente. Los comentaristas opinan que Juan había escrito otra carta a esta iglesia, pero que Diótrefes no le hizo caso, y probablemente ni la leyó a la iglesia. Con el tiempo se ha perdido. Pues, está tercera carta la tenemos y valoramos su mucha enseñanza.

Salutaciones finales:
Juan dice que aún tiene mucho que decir, pero que lo prefiere hacer en persona cuando venga, y espera que sea pronto: “Espero verte en breve, y hablaremos cara a cara” (v. 14). Hay ciertas cosas que mejor hablarlas en persona y no por escrito. Juan ya pondrá todas las cosas en orden cuando vaya. El apóstol del amor, como lo llaman, no tenía reparo en ser fuerte y aplicar la disciplina.

“La paz sea contigo” (v. 15). Gayo es un hombre de paz. Aunque tiene que tratar con algunos que no lo son, Juan le reafirma en el bien que está haciendo, en su forma de ser, y le apoya. “Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos, a cada uno en particular” (v. 15). Había mucho amor entre las iglesias. Juan amaba a cada creyente en particular y quería que cada uno se sintiese amado por él. ¡Cómo se parece al Señor Jesús!
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