LA COMUNIÓN CRISTIANA

“Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de laos ejércitos, en el día en que yo actúa; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve” (Mal. 3:16-18).
Uno de los regalos más apreciados que el Señor nos da en esta vida es la comunión cristiana. Es lo que se dio cuando María visitó a Elisabet, las dos con grandes cosas que contar de lo que Dios había hecho en sus vidas. Elisabet podía explicar la experiencia de su marido en el templo, de cómo había visto un ángel del cielo y cómo había quedado mudo. Había vuelto a casa cuando concluyó su tiempo de servicio, y ella había quedado en estado, como acto de Dios, siendo demasiada mayor para tener hijos. Dios estaba haciendo algo grade. Y María también podía explicar la visita a ella de un ángel del cielo y lo que el ángel le había dicho. Elisabet podía confirmarlo: “¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor” (Lucas 1:43-45). María irrumpió en alabanza (Lu. 1:46).
Esta comunión es preciosa más allá de lo que podría comprender alguien que no conoce a Dios. Es lo que tuvo David con Jonatán: “Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en Dios” (1 Sam. 23:16). Pablo la disfrutaba con miembros de su equipo misionero. Es una comunión en el Espíritu en que uno comparte con el otro lo que Dios le ha enseñado y lo que Dios está haciendo en su vida. Ha visto la mano de Dios, y el otro, que también lo ha visto, puede comprenderlo. Abren las Escrituras juntos y comparten la luz que han recibido. Uno habla de uno texto y el otro de otro y encuentra un alma que le entiende y que se maravilla con él de la voz de Dios. Es sobrenatural, porque el Señor está presente: “Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre” (Mal. 3:16). El Señor tomó nota y los escuchó, y se emocionó y forjó lazos eternos uniéndoles, sellados con su presencia. Esto es un milagro, porque participa de lo sobrenatural. Los amigos comparten, se maravillan de lo que Dios ha dicho y hecho y oran juntos.
Y el Señor se goza. Dice que estas personas son su especial tesoro, y anota sus nombres en el Libro de la Vida. Constará para siempre que en tal fecha dos almas gemelas se juntaron para compartir las maravillas de Dios y derramar sus almas delante del Él en alabanza y honra a su Santo Nombre. Es de lo más hermoso que hay en la tierra. El himno: “Sagrado es el amor”, traducido literalmente, lo expresa así:
“Bendito el lazo que une a nuestros corazones en el amor cristiano;
La comunión entre almas gemelas es como la que existe Arriba”.
Amén.