¡EL REY VIENE!

“Yo salvaré a mis ovejas…y levantaré sobre ellas a un Pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará y será su Pastor. Y yo, Yahvé, les será por Dios, y mi siervo David por Príncipe entre ellas” (Ver Ez. 34:22-31).

“Y le preguntaron: ¿Y qué heridas son éstas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos” (Zac. 13:6).

“¿No dice la Escritura que el Hijo del Hombre debe padecer mucho y ser despreciado?” (Marcos 9:12).

“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén” (Ap. 1:7).

“Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Ap. 11:15).

Su humillación y exaltación está recogido en este hermoso himno:

¡He aquí que viene!, desciendo entre nubes, una vez inmolado por pecadores indignos; mil miles de santos le atienden, cantan el triunfo de su séquito: ¡Aleluya! ¡Dios aparece en la tierra para reinar!

Todo ojo le verá, envuelto en gloriosa majestad; los que le despreciaron, vendieron, traspasaron y clavaron al Árbol, con profundo lamento verán a su verdadero Mesías.

Cada isla, mar, y montaña, cielo y tierra huirán; todos los que le odian, confundidos, han de oír el trompeta anunciar el día: ¡Venid al juicio! Venid al juicio, ¡acudid!

Las amadas marcas de su pasión todavía adornan su cuerpo glorioso; provocan asombrosa admiración en sus adoradores redimidos. Con que emoción le glorifican por todas sus heridas.

Ahora la redención largamente esperada, ¡vedla en majestuosa solemnidad! Todos sus santos, rechazados por los hombres, ahora se encuentran con Él en el aire: ¡Aleluya! Ved aparecer el Día de Dios.

Sí, amén, que todos te adoren, enaltecido en tu Trono eterno; Salvador, toma el poder y la gloria; reclama el Reino que te pertenece por derecho: O ven pronto, ¡Aleluya! ¡Ven, Señor, ven! Tú reinarás, y solo Tú.

Charles Wesley, 1707-88, retocado por M. Madan