EL MISTERIO

“Respondió el rey y dijo a Daniel:… ¿podrás tú hacerme conocer el sueño que ví, y su interpretación? Daniel respondió delante del rey diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos, ni adivinos lo pueden revelar al rey, pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios” (Daniel 2:26-28).
El misterio que Dios reveló al rey por medio de Daniel tenía que ver con cosas que son misterio para todo el mundo impío, es decir, con las preguntas transcendentales que tienen la gente: ¿Qué será de este mundo? ¿Cuál es la solución? ¿Cómo podemos conseguir una sociedad justa? ¿Cómo podemos vivir en paz? ¿Cuál es el desenlace de la historia? ¿Hay esperanza para el hombre? ¿La muerte es el final de todo?
En el Nuevo Testamento tenemos el misterio más claramente revelado, Pablo nombra varios, pero todos los misterios son uno, porque todos encuentran su resolución en Cristo: “orando el mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo” (Col. 4:3). El misterio que Cristo reveló es la respuesta a todas estas preguntas. “El misterio de Cristo” es el evangelio.
“Por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo…” (ver Ef. 3:3-11). El misterio que no se entiende hasta que Dios no lo revela es: ¿Cómo se puede conseguir unidad en este mundo en medio de la diversidad de culturas, naciones y mentalidades? Si hay Dios, ¿por qué existe el mal? ¿Existe un mundo espiritual? ¿Influye en este? “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio (ver 2 Tes. 2:3-12). ¿Por qué no quita Dios el mal de en medio? ¿No lo puede controlar? ¿Qué hay detrás? ¿Por qué hay gente mala?
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos trasformados” (ver 1 Cor. 15:51-57). La muerte y la vida después de la muerte es un misterio para mucha gente. ¿Todo termina en la tumba? ¿Hay una reencarnación? Si hay otra vida después de esta, ¿cómo será? ¿Seremos nosotros? ¿Tendremos este cuerpo?
El cristiano tiene la respuesta a todas estas preguntas en el evangelio de Jesucristo. Si la gente está tan deseosa de saber las respuestas a sus preguntas, ¿por qué no las aceptan cuando se les predica? ¡Esto no es ningún misterio! Porque “no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tes. 2:10). El evangelio revela el propósito de la vida, el curso que va a tomar la historia, la solución de los conflictos entre naciones, la forma de conseguir unidad, cómo se puede cambiar una persona de mala en buena, por qué Dios permite el mal, cómo lo controla y usa, qué hay detrás, cómo lo soluciona Dios y cómo será eliminado. Da esperanza al hombre de una vida después de esta, perfecta, sin la existencia del mal. Y revela al Dios que tiene un propósito eterno en la creación y existencia de este mundo. Toda esta información sale en la predicación del evangelio, en la explicación de la enseñanza y la obra de Cristo, y la persona que tiene “amor de la verdad”, lo recibe y será salva, y Dios le revelará la respuesta a todas estas preguntas en Cristo.