TORCER LAS ESCRITURAS (2)

“…que los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza” (2 Pedro 3:16, 17).

Hay muchas maneras de torcer las Escrituras:

1. Se puede sacar un versículo de su contexto. Ya hemos puesto un ejemplo de esto en la meditación anterior.

2. Se puede descalificar al apóstol Pablo. Cuando uno menosprecia al apóstol Pablo como machista, un hombre con prejuicios, producto de sus tiempos, y dices: “Si hubiese vivido hoy, seguramente habría dicho otras cosas”, estas restando autoridad de las Escrituras y poniendo tus criterios y opiniones por encima de la Biblia. Terminas tú siendo la autoridad y no la Palabra de Dios. Si Pablo no escribió lo que dijo que escribió, no podemos fiarnos de él y cuando pone ejemplos de su propia experiencia (Col. 4:18), está mintiendo. ¡Pero resulta que el evangelio que creemos es “el evangelio de Pablo”! (Rom. 2:16).

3. Se puede cambiar el autor de un libro de la Biblia y pretender que fuese escrito por otro. Si los evangelios no fueron escritos por testigos oculares (1 Juan 1:1-3), sino por otros hombres que usaron sus nombres para dar autoridad a sus escritos, costumbre que se empleaba en la antigüedad, el evangelio que creemos no tiene base firme.

4. Se puede cambiar la fecha y mantener que fue escrito en un siglo posterior. Enseñan que hay un “primer Isaías” y “segundo Isaías”, más tardío, para hacer que ciertas profecías son historia, no profecías, por ej., las profecías sobre Ciro.

5. Se puede decir que este texto no es vigente porque está en el Antiguo Testamento. Con esta regla de tres descartas la ética de la Ley (Lev. 18, 19), por ej., Mal. 2:14. Dios no ha cambiado de sus ideas acerca de la conducta humana.

6. Se puede decir que el Dios del Antiguo Testamento es diferente que el del Nuevo. Ensenan que antes la gente creía en un Dios más primitivo, de guerra y exterminio, pero el Dios del Nuevo Testamento es amor. (Mal. 3:6).

7. Se puede redefinir la palabra “inspiración” para que signifique lo mismo que queremos decir cuando decimos que un poeta es inspirado. Así no tenemos que someternos a las Escrituras como infalibles, sino que las tenemos por escritos de hombres según su comprensión de Dios, de la ética y de sus tiempos.

8. Se puede usar incorrectamente el método “gramático-histórico-cultural” para interpretar las Escrituras. Con este método puedes anular las Escrituras que no encajan con tus ideas diciendo que no estos textos no son para nuestra época.

“Ninguna profecía de la Escritura surge por iniciativa propia, porque la profecía nunca fue traída por voluntad humana, sino que los hombre hablaron de parte de Dios siendo guiados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:20, 21). La Biblia está inspirada por el Espíritu Santo y crea su propia cultura y mentalidad que es vigente y apto para todas las culturas, tiempos y épocas de la historia.