“MÍA ES LA VENGANZA”

“Vino a mí palabra de Yahvé, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el monte de Seir, y profetiza contra él, y dile: Así dice Adonay Yahvé: ¡Oh monte Seir, Yo estoy contra ti! Extenderé mi mano contra ti, y te convertiré en un desierto desolado” (Ez. 35:1, 2).

Este capítulo trata lo mismo que Ez. 25:12-14, que ya hemos visto, pero ahora con más detalle. Nos da una explicación mucho más completa del porqué de la ira de Dios sobre Edom. ¿Qué hicieron de mal? Aquí se explica: “Movido por un viejo rencor, entregaste a los hijos de Israel al poder de la espada en tiempo de su aflicción, en tiempo extremadamente adverso” (v. 5). Siendo país neutral, mataban a los judíos que se escapaban de la guerra con Nabucodonosor. Su actuación es como los que aprovechan de las desgracias de los refugiados de hoy, robándolos, abusando de las mujeres y secuestrando a los niños. Es un crimen. Los edomitas no tomaban a Dios en cuenta: “Por cuanto dijiste: Esas dos naciones y estas dos tierras serán mías, y las poseeremos, aunque Yahvé haya estado allí” (v. 10). Dieron libre expresión a su envidia y odio (v. 11). Despreciaron a Dios: “Y os engrandecisteis contra Mí con vuestra boca, y multiplicasteis contra Mí vuestras palabras. Yo lo oí” (v. 13). Se alegraron de la desgracia de Israel: “Como te alegraste de la casa de Israel porque fue asolada, así haré yo contigo” (v. 15). Toda esta es la acusación de Dios contra Edom.

Notemos que Dios escucha lo que dice la gente, no solo en Israel, sino en otros países también: “Por cuanto dijiste:…” (v. 10). “Y conocerás que Yo, Yahvé, he escuchado todas tus blasfemias…” (v. 12).

Dios trae sobre ellos su juicio: “Convertiré en escombros tus ciudades y quedarás desolado, y sabrás que Yo soy Yahvé” (v. 4). “Te convertiré en desolación perpetua, tus ciudades nunca más serán restauradas, y sabréis que Yo soy Yahvé” (v. 9). ¡Dura manera de aprender esta lección! El juicio de Dios consiste en hacerles a ellos lo que ellos han hecho a otros: “Como te alegraste de la casa de Israel porque fue asolada, así haré Yo contigo. Tú serás desolada” (v. 15). Esta es justicia. Ellos se vengaron de Israel, Dios se vengará de ellos.

Esto sigue siendo cierto en el día de hoy para nosotros. Seremos juzgados tal como hemos juzgado. Si tomamos venganza sobre los que nos han hecho daño, Dios tomará venganza de nosotros, porque nuestra venganza es injusta: “No toméis venganza vosotros mismos, amados, sino dad lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza, Yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19). Tú pienses que tu padre era malo. Le juzgas. Y te vengas de él cortando toda relación. Y el Señor te dice: ¿Y qué de ti? Mírate a ti mismo. Eres peor. Y Dios te juzga a ti. Para evitar esto, hemos de dejar la venganza en manos de Dios y tener misericordia de los que nos hacen daño: “Así que, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, si tiene sed, dale de beber… No seas vencido por lo malo, sino vence con el bien el mal” (Rom. 12:20, 21). Y así serás victorioso, y Dios se encargará del resto. Aprende la lección de Edom: Dios se encargó de Israel; la intervención de Edom sobró.