La paciencia en tu vida

“Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor” (Santiago 5:10).

La paciencia que mostró Jeremías es la clase de paciencia que el Señor quiere que cultivemos en nuestras vidas. Nuestras circunstancias son diferentes, pero los principios son los mismos. Para los tiempos que corren esta paciencia viene a ser algo así:

1.     Paciencia con la iglesia y el estado en que se encuentran muchos creyentes de ahora. Esto no significa que pasemos por alto el pecado o, peor aún, que lo justifiquemos con la frase: “Todos somos pecadores”, sino que perseveramos a pesar del estado actual de la iglesia. No debemos desentendernos de ella, amargarnos, llegar a ser cínicos, criticones, o santurrones, sino que seguimos fieles al Señor, respetamos nuestra propia consciencia, amamos y oramos por nuestros hermanos y esperamos la obra de Dios en ellos.

2.     Paciencia para seguir adelante aun cuando hay pastores malos y obreros que predican un evangelio falso. Hemos de perseverar a pesar de vidas de líderes que no dan buen ejemplo, sino todo lo contrario. Esperemos la corrección de Dios en sus vidas. No usemos su mal ejemplo para pecar nosotros o como pretexto para dejar de congregarnos, sino que busquemos a los creyentes que sí son fieles y tengamos comunión con ellos.

3.     Paciencia en medio de gente que se nos opone a la cara y contradice lo que enseñamos y representamos. Parece que ellos prosperan. Parece que tienen razón. Engañan a muchos. Pero nosotros seguimos adelante con el Señor.

4.     Paciencia en el sufrimiento por el evangelio. En nuestro país no hay persecución física todavía, pero en muchos lugares sí que hay. Nos pueden hacer mucho daño a la reputación, nos pueden llevar a juicio, pueden denunciarnos delante del estado, pero no por ello vamos a dejar de seguir fielmente al Señor.

5.     Paciencia para seguir avisando aun cuando no nos escuchan. Insistimos en las verdades que están claramente enseñadas en las Escrituras, (¡no en nuestras obsesiones!), y seguimos hablando de las consecuencias del pecado cuando el Señor nos lo pide. Vamos a tener fe en Dios y no dar por perdido a nadie.

6.     Paciencia cuando todo su hunde, cuando la iglesia se deshace, cuando no vemos ninguna salida. Ya hemos hecho todo lo que está a nuestro alcance, pero no lo dejamos por imposible, porque con Dios siempre está el recurso de la resurrección.

7.     Paciencia hasta después de nuestra muerte, para que confiemos en que Dios va a seguir con nuestros proyectos de oración cuando ya no estemos. Él va a seguir salvando almas en nuestra familia, va a seguir obrando en nuestra iglesia, y va a cumplir todas las promesas que nos dio en vida, cuando ya estemos con Él. Esta es la paciencia en su expresión última, como la que mostró Jesús cuando se fue a tumba: creía firmemente que Dios levantaría la iglesia a través de su misma muerte. La paciencia se junta con la fe para ver más allá de donde alcanza la vista humana; ve al infinito.